Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
Lamentaciones 2:19
Lamentaciones es el libro de las tristezas de
un oráculo llorón, específicamente de Jeremías, según la poesía hebrea. En el
narra las angustias que padecía un pueblo entre las muchas razones de su
llanto, expresa la realidad de una población minoritaria, la niñez.
En este fragmento manifiesta que
los pequeñitos desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles,
seguramente estaba ocurriendo de forma literal debido a la conquista de algún
imperio a su pueblo en formación. Lo sorprendente de este episodio es la
relevancia que se le da a la necesidad de protección que requieren los niños.
El poeta invita a la población a llorar y a trasnocharse de pena por la
condición de marginamiento que están viviendo los que él llama a bien pequeñitos.
Alguien podría preguntarse en esta época de
niños que son objetos de publicidad, mismos que demandan a sus padres, que
protagonizan el que hacer nacional o que son dueños del control de televisión
para ver cuánto programa hay que termine con la palabra kits, ¿Por qué es
sorprendente? La respuesta nos la da una vez más el tiempo, que no cura todo
pero que si nos da mucha información, lamentaciones fue escrito en 586 y
el 575 a.C para este momento histórico los niños no eran el centro de atención
como lo son hoy en día. Por el contrario parecían no existir hasta que podían
incorporarse a las labores de un adulto y esto ocurría más o menos a los siete
años. Entonces resulta alucinante encontrar a un poeta llamando la atención
acerca de la problemática que Vivian los niños.
Entonces la historia nos permite ver como esta
población por muchos siglos estuvo abandonada y sin embargo hubo personajes
como Jeremías antes de Cristo y después de él,
Rosseau, Freud, Piaget ahora Gardner que se han detenido a considerar
las implicaciones, las diferencias y las necesidades de la infancia.
Estos personajes pocos por cierto hicieron mella
y fueron hilando sus aportes uno tras otro hasta conseguir en nuestra post
modernidad, que por fin se le diera relevancia a la niñez y hasta se enunciaran
y se defendieran sus derechos.
Sin embargo siempre existirá la
post guerra, luego de este flagelo de menosprecio por siglos, a finales del
siglo XIX y principios del XX se da
vuelta a la balanza y comienza la reparación por parte de los grandes de la
historia; la revolución industrial trae un nuevo término, como lo expresa:
Anthony Giddnes en su manual de sociología,[1]
La escuela antes de la
revolución era vista como un pasatiempo para niños ricos, luego al reemplazar
la manufacturación se requieren menos niños desarrollando oficios de adultos y
empiezan a quedar en casa, razón por la cual los padres compartieron más tiempo
con ellos y se vieron en la obligación de educarlos y enviarlos a lugares de
formación.
Hasta llegar al siglo XXI donde
comienza el pos conflicto y entra a jugar la televisión y los medios de
comunicación en general. La industrialización que antes fue la clave para que
los niños encontraran un lugar en la casa, ahora asociada con el capitalismo es
también la que abre las puertas a ambos padres para que se vean en la
obligación de trabajar y salir del hogar.
¿Quién educara a los niños? La
escuela no cubre todo el tiempo ni todas las necesidades de formación que los
niños requieren. Nuevamente Giddnes opina:[2]
El asunto con la televisión es
que no hay un ángel de la guardia tras la parrilla de contenidos de un
programa, ella al igual que todos los medios de comunicación utilizan a los
niños como mecanismo de ventas por excelencia y los angustiados padres con
culpabilidad buscaran saciar a sus consumistas niños para suplir así el tiempo
que no sacrifican para estar con ellos.
¡Qué horror! Pensar que esta generación pasa más tiempo
frente a contenidos huecos en la pantalla que en las rodillas de sus padres
escuchando un buen libro de cuentos, o imaginando las historias de ¿Cómo nací?
De la boca de sus madres, o haciendo manualidades de madera que enseña el
amoroso padre.
Si bien es cierto que también
hay contenidos muy apropiados que integran todas las inteligencias de Gardner y
las 7 leyes del aprendizaje y el desarrollo integral con sus cinco aspectos:
intelectual, motor, sensorial, moral y realización. De todas formas las
propagandas y el canaleo por parte de nuestros niños los pone en una condición
de vulnerabilidad. Ante una sociedad que en su mayoría busca vender sin
importar el precio, que paradójicamente no es dinero sino la decadencia de
valores y de expectativas.
Propongo como alternativa una
historia que en su momento la viví como una tragedia pero que ahora agradezco
profundamente, por supuesto la experiencia conlleva a la reflexión y el mejoramiento de dicha
estrategia a fin de que los niños no la vean trágica sino divertida y la puedan
utilizar los adultos como una forma de trasmitir consejos, valores y
experiencias que servirán como espejo, a fin de formar con amor las nuevas
generaciones.
Esta historia la protagonizan mi
madre y su madre es decir mi abue… aunque nunca le gusto que le dijéramos así,
por lo mismo en este escrito nos referiremos a ella como, maca. A ella le
parecía terrible que los niños viéramos televisión, comprenden ahora mi
tragedia, y decía: “todo el día las niñas pegadas a ese televisor” y nos la restringía drásticamente, como yo no
entendía a mis 6 o 7 años que ella lo hacía por mi bien me lamentaba; mi madre
que debía trabajar arduamente busco una solución que ahora propongo como
estrategia para evitar que los niños sean formados por la televisión.
Ella compro muchos y toda clase
de materiales para mis papeles de todos los colores, plumones, marcadores,
cartón paja y hasta arcilla, pinturas, colbon en fin y me improviso una repisa
de materiales a mi alcance. Cada vez que debía apagar el televisor yo la
llamaba a la oficina a decirle que estaba aburrida a lo que ella contestaba
“hazme una cartica”. Obviamente yo me iba y hacia maravillas en realidad
desastres con mis materiales pero ella los disfrutaba y yo también.
Cuando ella tenía tiempo libre
se sentaba conmigo y mi hermana a realizar cosas, nos enseñaba mientras tanto
como debíamos comportarnos y anécdotas de su trabajo.
Eso ha impactado mi vida hasta
hoy, de hecho ahora repito la misma historia con mi hijo. Considero que los
padres y maestros deben generar espacios para que los niños realicen proyectos
diferentes al estar sentados sin desarrollar un sentido crítico frente al
televisor.
Concluyo pensando como Jeremías,
debemos clamar y trasnochar para que nuestras acciones puedan cambiar la
realidad de los niños que nos rodean.