miércoles, 16 de octubre de 2013

Infancia y Televisión







Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
Lamentaciones 2:19
 Lamentaciones es el libro de las tristezas de un oráculo llorón, específicamente de Jeremías, según la poesía hebrea. En el narra las angustias que padecía un pueblo entre las muchas razones de su llanto, expresa la realidad de una población minoritaria, la niñez.
En este fragmento manifiesta que los pequeñitos desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles, seguramente estaba ocurriendo de forma literal debido a la conquista de algún imperio a su pueblo en formación. Lo sorprendente de este episodio es la relevancia que se le da a la necesidad de protección que requieren los niños. El poeta invita a la población a llorar y a trasnocharse de pena por la condición de marginamiento que están viviendo los que él llama a bien pequeñitos.
 Alguien podría preguntarse en esta época de niños que son objetos de publicidad, mismos que demandan a sus padres, que protagonizan el que hacer nacional o que son dueños del control de televisión para ver cuánto programa hay que termine con la palabra kits, ¿Por qué es sorprendente? La respuesta nos la da una vez más el tiempo, que no cura todo pero que si nos da mucha información, lamentaciones fue escrito en 586 y el 575 a.C para este momento histórico los niños no eran el centro de atención como lo son hoy en día. Por el contrario parecían no existir hasta que podían incorporarse a las labores de un adulto y esto ocurría más o menos a los siete años. Entonces resulta alucinante encontrar a un poeta llamando la atención acerca de la problemática que Vivian los niños.
Entonces la historia nos permite ver como esta población por muchos siglos estuvo abandonada y sin embargo hubo personajes como Jeremías antes de Cristo y después de él,  Rosseau, Freud, Piaget ahora Gardner que se han detenido a considerar las implicaciones, las diferencias y las necesidades de la infancia.
Estos personajes pocos por cierto hicieron mella y fueron hilando sus aportes uno tras otro hasta conseguir en nuestra post modernidad, que por fin se le diera relevancia a la niñez y hasta se enunciaran y se defendieran sus derechos.

Sin embargo siempre existirá la post guerra, luego de este flagelo de menosprecio por siglos, a finales del siglo XIX y principios del XX  se da vuelta a la balanza y comienza la reparación por parte de los grandes de la historia; la revolución industrial trae un nuevo término, como lo expresa: Anthony Giddnes en su manual de sociología,[1]



La escuela antes de la revolución era vista como un pasatiempo para niños ricos, luego al reemplazar la manufacturación se requieren menos niños desarrollando oficios de adultos y empiezan a quedar en casa, razón por la cual los padres compartieron más tiempo con ellos y se vieron en la obligación de educarlos y enviarlos a lugares de formación.
Hasta llegar al siglo XXI donde comienza el pos conflicto y entra a jugar la televisión y los medios de comunicación en general. La industrialización que antes fue la clave para que los niños encontraran un lugar en la casa, ahora asociada con el capitalismo es también la que abre las puertas a ambos padres para que se vean en la obligación de trabajar y salir del hogar.
¿Quién educara a los niños? La escuela no cubre todo el tiempo ni todas las necesidades de formación que los niños requieren. Nuevamente Giddnes opina:[2]


El asunto con la televisión es que no hay un ángel de la guardia tras la parrilla de contenidos de un programa, ella al igual que todos los medios de comunicación utilizan a los niños como mecanismo de ventas por excelencia y los angustiados padres con culpabilidad buscaran saciar a sus consumistas niños para suplir así el tiempo que no sacrifican para estar con ellos.
¡Qué horror!  Pensar que esta generación pasa más tiempo frente a contenidos huecos en la pantalla que en las rodillas de sus padres escuchando un buen libro de cuentos, o imaginando las historias de ¿Cómo nací? De la boca de sus madres, o haciendo manualidades de madera que enseña el amoroso padre.
Si bien es cierto que también hay contenidos muy apropiados que integran todas las inteligencias de Gardner y las 7 leyes del aprendizaje y el desarrollo integral con sus cinco aspectos: intelectual, motor, sensorial, moral y realización. De todas formas las propagandas y el canaleo por parte de nuestros niños los pone en una condición de vulnerabilidad. Ante una sociedad que en su mayoría busca vender sin importar el precio, que paradójicamente no es dinero sino la decadencia de valores y de expectativas.
Propongo como alternativa una historia que en su momento la viví como una tragedia pero que ahora agradezco profundamente, por supuesto la experiencia conlleva  a la reflexión y el mejoramiento de dicha estrategia a fin de que los niños no la vean trágica sino divertida y la puedan utilizar los adultos como una forma de trasmitir consejos, valores y experiencias que servirán como espejo, a fin de formar con amor las nuevas generaciones.
Esta historia la protagonizan mi madre y su madre es decir mi abue… aunque nunca le gusto que le dijéramos así, por lo mismo en este escrito nos referiremos a ella como, maca. A ella le parecía terrible que los niños viéramos televisión, comprenden ahora mi tragedia, y decía: “todo el día las niñas pegadas a ese televisor”  y nos la restringía drásticamente, como yo no entendía a mis 6 o 7 años que ella lo hacía por mi bien me lamentaba; mi madre que debía trabajar arduamente busco una solución que ahora propongo como estrategia para evitar que los niños sean formados por la televisión.
Ella compro muchos y toda clase de materiales para mis papeles de todos los colores, plumones, marcadores, cartón paja y hasta arcilla, pinturas, colbon en fin y me improviso una repisa de materiales a mi alcance. Cada vez que debía apagar el televisor yo la llamaba a la oficina a decirle que estaba aburrida a lo que ella contestaba “hazme una cartica”. Obviamente yo me iba y hacia maravillas en realidad desastres con mis materiales pero ella los disfrutaba y yo también.
Cuando ella tenía tiempo libre se sentaba conmigo y mi hermana a realizar cosas, nos enseñaba mientras tanto como debíamos comportarnos y anécdotas de su trabajo.
Eso ha impactado mi vida hasta hoy, de hecho ahora repito la misma historia con mi hijo. Considero que los padres y maestros deben generar espacios para que los niños realicen proyectos diferentes al estar sentados sin desarrollar un sentido crítico frente al televisor.
Concluyo pensando como Jeremías, debemos clamar y trasnochar para que nuestras acciones puedan cambiar la realidad de los niños que nos rodean.




[1] http://www.perio.unlp.edu.ar/catedras/system/files/anthony_giddens_-_sociologia.pdf

[2] http://www.perio.unlp.edu.ar/catedras/system/files/anthony_giddens_-_sociologia.pdf